Luis Alfonso Castillo Pardo

Un ejemplo del SI se PUEDE !!!

Esa tarde, recostado en la recámara, la tristeza se adueñó de mí. Pensaba en la alegría de mis padres cuando ingresé a la Escuela Nacional para ciegos, en todo el esfuerzo que hice para rehabilitarme y para obtener las mejores calificaciones en la preparatoria. Recordé el 9.6 de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, que exenté el examen profesional y que me gradué con mención honorífica.

¿Y de qué servían esas proezas? si ahora que pido empleo en las radiodifusoras me dicen que las plazas las tiene ocupadas el Sindicato, y en los periódicos, que no existen vacantes. ¡Puras excusas para rechazarme! Porque al poco tiempo, otros muchachos con inferior preparación eran los nuevos empleados de esas radiodifusoras o de esos periódicos. Pero lo que menos les importaba, era contratarme por mis conocimientos, suponían que la ceguera me hacía inútil, que sólo representaba desventajas y hasta riesgos de trabajo.

En medio de esa tristeza, hice todo lo posible por vislumbrar una solución, varias alternativas llegaban y se alejaban de mi mente. Hasta que por fin pensé, que si en todas las empresas me rechazaban ¿por qué no crear mi propia fuente de trabajo?

Así es que me puse a escudriñar varias propuestas y de repente me llegó la idea de crear una revista. Pero, ¿cómo empezar el proyecto? Si todos los impresores piden el cincuenta por ciento de anticipo y yo no tenía el dinero suficiente. Me acordé de mi amigo Julio César Lee, quien tenía una imprenta, fui a visitarlo y le platiqué del negocio que yo quería iniciar. No te preocupes, -me dijo sonriente -tráeme el material de la revista y cuando ya te hayan pagado todos tus anunciantes, puedes venir a pagarme. Sentí que esa era una gran oportunidad, y así es que con la ayuda de mi prima Alejandra, me puse a vender publicidad y a diseñar la primera edición.

En julio 1997, y a sólo unas semanas de que iniciaran las campañas para elegir presidente municipal de Córdoba, recibí una llamada telefónica. Era el candidato del Partido Acción Nacional, Armando Croda de la Vequia. –Te hablo para invitarte a que formes parte de mi planilla, -me dijo el candidato. Y la verdad, es que me alegré mucho, porque en la administración saliente, los panistas habían hecho un buen trabajo y eso les daba buenas posibilidades de volver a ganar las elecciones.

Ese mismo día y tres horas más tarde, el candidato del Partido Revolucionario Institucional, Juan Antonio Nemi Dip, también me llamó por teléfono, -Te hablo porque soy candidato a la Presidencia Municipal de Córdoba y te pido por favor que me apoyes, -me dijo entusiasmado. Le comenté que horas antes, me había llamado el candidato del PAN para invitarme a formar parte de su planilla. –Como amigos, te pido por favor que me ayudes y que formes parte de mi equipo, – me insistió Toño.

En Láser 89 estuve coordinando un equipo de trabajo, manejaba información periodística, diariamente salía a realizar entrevistas y a veces a vender spots de radio. Mi actividad en la emisora la alternaba brindando asesorías de publicidad a Cafés Basa de Córdoba, y con un curso de locución y producción de radio que tomaba los sábados en el Centro de Capacitación Raúl del Campo Junior de la ciudad de México. El tiempo transcurría y mi buena imagen ya estaba consolidada, a tal grado, que fui invitado a impartir dos materias de comunicación en la Universidad del Golfo de México.

Una de esas mañanas, de los primeros días de enero de 1999, mi amigo y asistente José Francisco García, llegó temprano a la radiodifusora y me preguntó: ¿Oye será verdad lo que andan diciendo en el ayuntamiento? – Fíjate que según mi papá, -se rumora que la Licenciada Blanca Margarita pronto dejará la regiduría, si eso es cierto, tú serías el próximo regidor, -comentaba contento Paco. Le respondí que yo no sabía nada al respecto y que de ser así, ya me lo harían saber, puesto que yo era el regidor suplente. Ese mismo día por la noche, una reportera del diario El Sol del Centro, me llamó por teléfono a la casa y también me preguntó: ¿Oye tú sabes que la Licenciada Blanca Margarita pronto dejará la regiduría? Le respondí lo mismo que a Paco, y le dije, que en cuanto supiera algo se lo informaría.
A finales de ese mismo mes de enero, efectivamente, la Licenciada Blanca Margarita Merino Kelly, había solicitado licencia al Congreso del Estado para ausentarse de la regiduría, esto en virtud de que la nombraron Subprocuradora de Justicia en la Zona Centro. En poco tiempo, recibí la llamada telefónica del Diputado Local Víctor Garrido Cárdenas, me informaba que yo sería el próximo regidor y que al día siguiente me lo notificarían por escrito. Y así fue. El primero de febrero de 1999, me tomó protesta el Presidente Municipal de Córdoba y para el día dos, empecé a trabajar como nuevo regidor del ayuntamiento.

Ese mismo mes, se me ocurrió visitar al Diputado Juan Fernando Perdomo Bueno, le informé que en seis meses terminaría yo de estudiar la Licenciatura en Derecho. Se mostró sorprendido y me preguntó: ¿Ya dos carreras? A lo que le respondí que sí, que era la segunda licenciatura que estudiaba, le dije que deseaba yo trabajar como proyectista legislativo, y que me acercaba a él para que me ayudara. Me comentó, que no tenía facultades para meterme a trabajar a la Cámara de Diputados y entonces, empezó a realizarme varias preguntas: ¿Cómo le haces para estudiar? ¿Usas el braille? ¿Puedes viajar solo a la ciudad de México? Le contesté que yo estudiaba con una computadora totalmente normal, pero que tenía un lector de pantalla y un sintetizador de voz y que sí, sí podía yo viajar solo a la ciudad de México. El diputado sonrió y luego me preguntó: ¿Te gustaría trabajar como mi asesor? Muy entusiasmado le respondí que sí.

Mi nombre es Luis Alfonso Castillo Pardo, soy ciego total, Locutor y Productor de Radio Profesional, Licenciado en Ciencias y Técnicas de la Comunicación y Licenciado en Derecho. Actualmente, trabajo como Asesor del Diputado Federal Gerardo Buganza Salmerón y, gracias a su apoyo, cuento con un trabajo permanente en la Cámara de Diputados que me permite desarrollar todas mis capacidades en beneficio propio, de mi familia, y de otras personas con discapacidad. Además de Dios, mi convicción más grande es:

Yo sí puedo.

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